Hace poco escuché a un compositor contar que él, al igual que otros escritores no escribía, por ejemplo del mar cuando estaba frente a éste sino que lo hacía cuando sentía la necesidad de rememorarlo, cuando ya no lo tenía al alcance de la mano.
Yo siento la necesidad de hablar o escribir de Australia, qué país.. Australia. Debería empezar con una pequeña controversia acerca de su denominación. ¿Debería hablar de Australia como país o como continente? Mi postura es hablar del continente de Oceanía y de Australia como país aunque muchos hablan del continente Australiano.
Sin lugar a dudas mi lugar favorito fue el desierto, nada más bajar del avión supe que era mi sitio, calor, ambiente seco y terreno rojizo. La primera parada y de la que quiero hablar: el Parque Nacional Uluru-Kata Tjuta donde puede visitarse el emblemático Uluru (cuyo nombre aborigen prefiero al occidental, Ayers Rock puesto en 1873 por el primer occidental que pisó su cima, William Gosse, quien le dio el nombre del entonces primer ministro de Australia meridional). Este monolito de arenisca (348 m de alto y 2,5 km bajo tierra) es lugar sagrado para los aborígenes y patrimonio de la humanidad desde 1987. Tanto Uluru como Kata Tjuta (del que tengo intención de hablar en otra ocasión) tienen un gran significado cultural para los aborígenes o Anangu quienes permiten visitas guiadas para informar a los turistas de la fauna, flora y leyendas aborígenes.
Kata-Tjuta o Valle de los Vientos.
Para los aborígenes está prohibido alcanzar la cima de este monolito, es lugar sagrado. Tampoco es posible fotografiar algunas de las zonas (puedes hacerlo bajo riesgo de pagar una multa de 50.000 $ australianos y perder tu cámara o carrete). Algunos dicen que es un lugar mágico, que transmite energía, no sabría explicarlo, sólo se que ese día no pudimos subir a la cima (cosa que por motivos éticos y de respeto a la cultura aborigen agradecí) y en su lugar corrí incansable algo más de 20 km en series alrededor de la majestuosa formación. Fue una mañana mágica con sentimientos muy especiales que difícilmente podría describir, materializar un sueño, sentirme realmente libre, insignificante y al mismo tiempo importante o especial…
Parte del show programado por los turistas es admirar la gama de colores de la superficie del monolito que cambia en función de la inclinación de los rayos solares. Esta transición de color es paulatina en función del movimiento gradual del sol por el cielo, demasiado lento para ser notado a simple vista pero cada extremo de color puede quedar perfectamente registrado con una cámara.
En las primeras horas de la mañana Uluru aparece de un color oxidado. En la medida en la que el sol alcanza su cenit, el monolito es inundado con una luz tan directa y brillante que todas sus grietas son iluminadas haciéndolo parecer pálido, plano y en dos dimensiones. Cuando hay nubes la superficie se torna rica en marrón. Tras la lluvia se torna de un color plomizo (eso no he llegado a verlo pero es lo que cuentan, con unos terrones de color verde..). Por las tardes se observa el cambio más espectacular, cuando el sol se esconde, Uluru se transforma en una especie de brasa, parece ser una roca incandescente. Vista desde abajo el monolito asume también diferentes formas conforme ocurren estos cambios de colores.
Un lugar mágico como decía, una inmensa formación rocosa que parece surgir del medio de la nada.
10 años de la SANSILVESTRADA ¿Volvemos a repetir?
Hace 1 semana
Muy bonito el post y las fotos. Recordar es vivir dos veces.
ResponderEliminarUn saludote.
Está chulísimo, sin duda un lugar mágico.
ResponderEliminarSi Baroque, espero no olvidar este sitio nunca ni la magia que transmitió. Uno se siente especial sin lugar a dudas.
ResponderEliminarFuracán has estado? Me da que tienes alma viajera y curiosa aunque no hace falta irse tan lejos para descubrir esa magia, o me equivoco?