Sonia Bejarano

Sonia Bejarano
Sonia in King Canyons - Australia 09

domingo, 25 de julio de 2010

El “ BICHO BOLA”

Aún recuerdo cuando tiempo atrás salía al patio de mi “cole” ataviada con el babi donde mi madre había cosido a mano en punto de cruz rojo mi nombre y había cosido al bolsillo del mismo un pañuelo de tela blanco mediante una pequeña cinta para que pudiera tener recorrido suficiente de adentro a afuera hasta alcanzar mi nariz sin riesgo de perderlo. Debo decir que ese pañuelo era innecesario porque para eso estaban las mangas del babi por mucho que me riñera mi madre.

En la hora del recreo (de 30´) me encantaba ir a los jardines del “cole”, metía las galletas maría untadas con mantequilla y envueltas en el papel de aluminio en mi otro bolsillo e iba junto con otras compañeras a buscar lo que denominábamos con el nombre científico de “bicho bola”. Tiempo después entendí que esos “vulgares bichos bolas” son también conocidos como cochinillas de la humedad o más formalmente como Armadillium vulgare del suborden Oniscidea y subfilo Crustacea. Una de las características fundamentales para distinguirlo de algunos miriápodos (ejemplo de miriápodo, los ciempiés) que tengan morfología externa parecida, es que los crustáceos sólo presentan un par de patas por cada segmento mientras que algunas clases de mirápodos, los diplópodos presentan 2 pares de patas y no 1 por segmento. La puntualización viene porque ambos subfilos (Myriapoda y Crustacea) provienen del filo Arthropoda (recordemos que la subdivisión va de reino a subespecie pasando por las denominaciones de filo, subfilo, clase, orden, suborden, especie, subespecie).



La particularidad que me maravillaba de estos bichitos es que al más leve roce, a la más mínima amenaza externa se hacían una bolita y podías jugar con ellos (la forma no-bola no me gustaba tanto por cierto).


Me gusta observar la naturaleza y puedo pecar de hacer analogías baratas pero muchos patrones de comportamiento humano se repiten tal cual acontecen en el mundo animal, no existen tantas diferencias, seguro que más de uno alguna vez nos hemos comportado cual “bicho bola” ante “supuestas” amenazas externas.