que hubo un sendero aquí
que también yo ando perdido..”

No se cómo empezar a escribir esto, normalmente no pienso en cómo quiero escribir ni a dónde quiero llegar y tampoco hoy voy a hacerlo aunque necesite dar forma a los pensamientos que escupo sin más.
Todo viene a raíz, no tanto de un día malo sino de un intervalo de tiempo animosamente extraño. Con extraño me refiero a sentirme casi bloqueada, incapaz de seguir o mirar adelante porque no sé por donde tirar sin que sea la fuerza de la inercia la que acompañe mis movimientos. Era consciente de lo efímero de la sensación, de lo irracional pero no podía por menos que embriagarme de su amargo regusto volviendo atrás en mis pensamientos y recorriendo de nuevo la senda que me había llevado hasta aquella situación como si de un laberinto de espejos se tratase. ¿Era eso una ruta sin salida?
Hay un dicho de Lao Tse que dice; “si no puedes avanzar una pulgada retrocede un paso” no se si retrocedí pero me tomé benévolamente un par de horas para meditar sin llegar a ninguna conclusión sabiendo que retomaría en breve mis pasos en la misma dirección que abandoné. A veces pienso en lo absurdo de las cosas que creemos importantes, son cosas que sabemos que no son importantes pero parece ser que son necesarias para vivir en la sociedad que hemos creado.
El verano pasado tuve una crisis importante, casi existencial, no lo sé y son sensaciones pero veía que nadie me comprendía y me sentía una vez más sola. Quién no se ha sentido absolutamente sólo alguna vez.
El ritmo de vida poco común saboreado en esos días de verano, me hicieron recapacitar sobre lo absurdo, una vez más, del redil social al que estamos condenados. A más inri acabada mi experiencia decidí leer una especie de comic “Los Papalagi” (los hombres blancos) de Tuiavii de Tiavea que habla de cómo un jefe nativo de las islas de Indonesia ve al hombre occidental. Esto no hizo más que acrecentar mi infelicidad y desasosiego. Fue en ese momento cuando decidí (ayudada también por los recuerdo de algunos documentales de cómo vive la gente en esas islas de Indonesia) posponer mi futuro asalto a algún país menos occidentalizado. Mi visión es que somos muchos en el planeta (o estamos mal repartidos) y todos queremos mucho y somos codiciosos. Lo que espero encontrar es un sitio donde se viva más tranquilo, donde la gente se trate como aquella especie de comuna hippie del verano, cada cual aportando lo que tenía sin fronteras (arquitectónicas en el mejor de los cases, raciales en el peor) que obstaculicen el contacto humano.
Tengo crisis, mi forma de vida no es consecuente con mi forma de pensar, qué puedo hacer, soy yo sola contra más de 10 millones de habitantes, qué digo 10 millones, 100 millones, qué digo 100 millones, millones de millones...

La conclusión a la qué decidí llegar fue no agobiarme, por defecto soy una chica feliz y disfruto de cualquier cosa, en ese momento decidí disfrutar de los que me acompañaran en el viaje a ninguna parte, ahora mismo estoy disfrutando de un sencillo viaje vuelta de Málaga con los últimos rayos solares iluminando mi cara y escribiendo frente a este portátil (creo que gran problema de la deshumanización de la que me quejo es la falta o pérdida de trabajos manuales, se pierde la interacción con las materias primas y la interacción entre hombres, hoy día somos todos autosuficientes con nuestro ordenador, nuestro teléfono móvil,nuestro coche y nuestra casa, no necesitamos nada ni tenemos que aguantar nada de nadie). De nuevo me asalta el desasosiego, al lado una chica que intentar ahogar su llanto, me dan ganas de preguntarle qué le pasa, de intentar ayudar pero las normas de educación establecidas y aprendidas me impiden hacerlo para no pecar de entrometida porque no la conozco y no sé nada de su vida en teoría pero sé que siente exactamente como siento yo aunque sus sentimientos lo desencadenen situaciones diferentes.
Termino como empecé con una estrofa de una canción:
“Para algunos,
vivir es galopar un camino empedrado de horas, minutos y segundos.
Yo, más humilde soy
y sólo quiero que la ola que surge del último suspiro de un segundo
me transporte mecido hasta el siguiente.”
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Los dos fragmentos de canciones; la primera del Último de la Fila y ésta última de Extremoduro.